La maestra trataba de hacernos callar para que la señora
guía nos explicara los detalles.
-El
monumento tiene una altura de setenta metros y desde su mirador se puede
observar el río Paraná, donde Belgrano y su ejército enarbolaron la Bandera por
primera vez. Al monumento tardaron catorce años en construirlo y tiene tres
partes: la torre, el patio cívico y e propileo.
No estábamos equivocados con Rocío entonces… ¡Se llamaba
“torre” también! Lo del propileo supuse que la maestra nos haría buscarlo en el
diccionario porque nos miramos sin saber de qué estaba hablando.
En medio del recorrido, nos detuvimos frente a una estatua
de Manuel Belgrano. No estaba peleando ni arriba de un caballo, como en la
revista. Estaba sentado con un libro en la mano, pensando mucho. Así lo había
imaginado cuando la maestra nos contaba que estudiaba y escribía sobre tantos
temas para mejorar nuestra patria. Yo sabía bien que no lo había logrado todo y
que muchas de las injusticias que le molestaban seguían sucediendo, pero me
gustaba que lo hubiera intentado una y otra vez sin darse por vencido.
Después la maestra nos dejó jugar un rato y los chicos
corrían por las escaleras como lo hacíamos con mi hermana.
Yo me quedé mirando las letras que había en un costado del
monumento… Parecía que me decían… me decían algo…
-Pro-cu-ra-ré-hacerme-dig-no-de-ll-mar-me-hi-jo-de-la-pa-tria
– leí en voz alta sin darme cuenta que atrás estaba la maestra.
- ¡Lo leíste, Manuel! -me dijo contenta y se agachó para
abrazarme.
-Me lo dijeron las letras…-le dije, pero pensé: “Me lo dijo
Manuel Belgrano”.
Después cruzamos hasta la costa del río Paraná. Comimos,
tomamos, nos reímos y tiramos piedritas al agua.
- ¿Belgrano tiraba piedras al agua? -le preguntó Laura a la
maestra.
-Y… quizás sí-dijo ella-. Manuel también fue niño como
ustedes.
Me imaginé que estaba entre nosotros, jugando y riendo.
La maestra contó entonces que a Manuel también le gustaba mucho la danza y que hasta
había creado un paso de baile.
- ¿Y si lo bailamos en la fiesta de la Bandera? -preguntó
entusiasmada y algunos festejaron la idea.
“Ufa -pensé-, ahora que sé leer voy a tener que aprender a
bailar… ¿Es que siempre hay algo nuevo para aprender?”.
💟 Si querés escuchar leer este capítulo por la bibliotecaria Melina Llanes hacé click 👇
No hay comentarios.:
Publicar un comentario