-Ya sabemos que a Manuel le interesaban muchas cosas. Y también lo preocupaba cómo se identificaban sus soldados. Los otros ejércitos tenían bandera… Pero el suyo, no. Por eso propuso que los soldados usaran escarapelas que los diferenciaran de los enemigos. Desde Buenos Aires lo autorizaron, pero eso no le alcanzó. Entonces, ordenó comprar tela celeste y blanca y mandó confeccionar una bandera. Después, fue con sus hombres a orillas del río Paraná y les presentó la Bandera que acababa de crear. Y todos juraron vencer a nuestros enemigos al grito de “¡VIVA LA PATRIA!”.
“¡Igual que nosotros en la fiesta del 25 de Mayo!, “pensé.
- ¿Fue en el río Paraná? – preguntó Laura-. ¿En este río que queda cerca de mi casa? Nosotros vamos a pescar algunos domingos.
-Sí, ese es el río – respondió la maestra-, por eso para mañana les tengo preparada una sorpresa.
Aunque los chicos insistieron mucho para que la contara, la maestra dijo que tenía que consultarlo con la directora y que cruzáramos los dedos para que nos saliera bien.
A mi me encantaban las sorpresas. ¿Qué iba a proponer la maestra?
Esa tarde, la tarea fue hacer una Bandera Argentina en el cuaderno. Mamá me ayudó a pegar papeles pequeñitos y me quedó preciosa.
-Estás más prolijo, Manu- me dijo cuando terminamos, y me puse contento.
-Mamá…
- ¿Sí? - preguntó ella.
- ¿Me podés llamar “Manuel”? Ese es mi nombre, ¿no es cierto?
-Sí, claro Manuel-dijo ella. -y aunque Rocío se burló, mamá le dijo que yo tenía derecho a decidir cómo quería que me llamaran.
¡Qué bueno era esto de tener derechos!
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