- ¿Andaba a caballo? - le pregunté a la maestra y ella sonrió.
- Claro - dijo-, en esos tiempos no había autos y las personas andaban a caballo o en carros, porque no existían los autos.
Pensé que ahora sí existían y nosotros seguíamos yendo en carro, pero no me animé a decirlo.
- ¿Y en moto? - preguntó un compañero.
- No, ni autos ni motos ni camiones...- explicó la maestra.
-¿Entonces no había autopistas?- pregunté tratando de imaginar cómo sería el paisaje desde mi ventana sin ese pavimento lleno de vehículos que llenaban el aire de ruido y humo.
- No- repitió la maestra- Mejor, antes de hablar de la vida de Manuel, vamos a recordar cómo eran aquellos tiempos remotos.
¡Qué ganas de usar palabras difíciles! ¿remotos? ¿Qué quería decir "remotos"? ¿Tendría algo que ver con el control remoto?
Por suerte esta vez la maestra no pensó en el diccionario y nos pasó una película que mostraba cómo era el mundo cuando Belgrano vivía. Se llamaba "documental" y contaba algunas cosas.
"La ciudad era de casas bajas, las paredes blancas, los techos de tejas. Las ventanas tenían rejas de hierro. Las mujeres de la clase alta usaban vestidos largos, peinetones y abanicos...".
- ¿Eran todas altas? - Interrumpió Fernando, que es preguntón.
La maestra explicó entonces que no todas las personas vivían de la misma manera. Parece que los españoles y los que tenían dinero eran la "clase alta" y tenían muchos privilegios y un montón de gente a su servicio.
"Las calles eran de tierra y cuando llovía mucho resultaba difícil andar por el barro. Para lavar la ropa, iban al río. Los comerciantes tenían sus locales frente a la plaza o vendían sus productos en las pulperías. Había vendedores ambulante".
Lo de los vendedores ambulantes ya lo sabía porque en la última fiesta de la escuela tuve que disfrazarme de vendedor de velas. Y no compraban velas para cuando se cortaba la luz como hacía mamá, sino porque no había electricidad. Y si no había electricidad no había televisión ni teléfono ni computadoras, nada.
- Qué aburrido vivir así- dijo Laura.
Yo me acordé de que cuando se corta la luz en casa, con Rocío jugamos a las sombras y nos reímos un montón.
- El mundo era distinto - dijo la maestra-, pero les aseguro que nadie se aburría en la época colonial.
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